They add up to, i'm in love with you And all these little things{Cara}

La semana había sido difícil, jodida, cansada, para todos los miembros de One Drection. El lanzamiento de nuestro nuevo disco estaba siendo agotador, estábamos viajando mucho y hacía casi una semana que no veía a mis mujeres, las echaba de menos tanto que pedí a los chicos irme un día antes que ellos para poder pasar tiempo con Cara y después con la pequeña Stephanie. La niña ya tenia seis meses y estaba enorme, Cara estaba más preciosa que nunca y yo más enamorado que en toda mi vida, de ambas. El pelito de Steph igual de rubio que el de su madre, con pequeños tirabuzones en la punta de sus mechoncitos de pelo. Estaba completamente seguro que Cara necesitaba al menos un día de descanso de la pequeña, aunque para ser madre primeriza, estaba hecha una madraza, y eso me enamoraba aún más y más de ella, porque ella era tan sumamente perfecta, que joder, era difícil no estar enamorado de una persona así.

Los Angeles había sido nuestro último destino. Amaba Los Angeles, sinceramente. Sol, playa, buena música y una temperatura agradable, eso era lo que más me gustaba, el calor, cosa que en Inglaterra, solo encontrabas en verano, y no era la misma clase de calor. Había decidido volar por la noche, porque así tenía un día entero libre para estar con ella, había dormido poco por la noche, en el avión, pero había dormido y no quería que ella se enterara, porque me obligaría a dormir y eso significaba menos tiempo para mi chica. En el aeropuerto, las noticias corrían, me esperaba un séquito de paparazzis y fans chillonas, de las fans de verdad que te chillan por masticar un chicle, aproveché para llamar a mi madre y pedirle que fuera a recoger a Teph, que no le dijera nada a Cara, que pusiera la escusa que se le ocurriera, pero que se la llevara todo el día, que la iría a recoger por la tarde. Cogí un taxi directo a casa, lo cual me permitiría al menos, dormir veinte minutos más, cosa que hice con poca dificultad, hasta que el taxista me despertó como yo le había pedido. Bajé del taxi y crucé la calle, abriendo la puerta del jardín, cerrándola sin hacer ruido detrás de mi. No quería arrastrar la maleta, porque no quería que me escuchara, a sí que la cogí del asa y cargué con ella hasta la puerta, la cual abrí, dejé la maleta en el suelo de la entrada y cerré la puerta, intentando hacer el menor ruido posible, sacándome los zapatos, dejándolos tirados por ahí, caminando de puntillas por el suelo de parquet que habíamos elegido juntos. Estaba en la cocina, escuchaba el ruido del agua del grifo abierto. Me paré en el humbral y la observé de espaldas a mi, con su alegría matinal de siempre. Me provocó una sonrisa enorme, de chico enamorado de la mejor chica del mundo. Caminé hacia ella hasta ponerme justo detrás suyo, para taparle los ojos con las manos y besar su mejilla, pegando mi cuerpo al suyo.

Desde que Teph había llegado a nuestras vidas, literalmente todo había cambiado. Me había tomado un descanso del modelaje desde supe que había quedado en estado. Tanto a Harry como para mi nos había caído de sorpresa todo esto, sin embargo, nos había emocionado todo esto; y es que no era secreto para nadie que ambos amábamos los niños y queríamos ser padres lo antes posible. No iba a negar que me había asustado lo que podía ocurrir con nosotros, no obstante todo había ido de maravilla. Harry yo nos habíamos vuelto inseparables, incluso si estuviese de gira con los chicos, no había momento en el que no me escribiese o preguntase por Steph, igual que cada noche nos veíamos por skype, no importase la diferencia horaria.

Faltaba un par de días para que Harry volviese de Estados Unidos, y yo no podía estar más ansiosa - Papi viene en unos días, amor - le decía a la pequeña cuando se encontraba conmigo en la cama; era impresionante lo rápido que crecía y lo rápido que entendía las cosas - Yo también lo echo de menos - Musitaba para luego encender el televisor y colocarle el canal de bebes, en donde se quedaba embelesada con la cantidad de colores. El día estaba transcurriendo con normalidad hasta que la madre de Harry me escribió un texto donde me decía que quería pasar un rato con la niña. Si bien me costaba separarme de ella, era una especie de alivio para poder hacer algo por mi. Acomodé la pañalera de Teph y la cambié abrigándola bien para que saliera con su abuela. Tanto como la familia Styles como la mía estaban embelesados con ella. Luego de dejarla me preparé algo de comer mientras bailaba de forma tonta al ritmo de la radio. Fue entonces cuando mi cuerpo dio un saltito al sentir unas manos tapándome los ojos. Inmediatamente ese aroma tan particular me invadió una una sonrisa apareció en mi rostro - Volviste- murmuré encantada. Me volví hacia él y le planté un beso en los labios, esa clase de besos largos y cargados de amor que tanto le gustaban.

No puedo negar que echaba de menos tener su olor cerca de mi, esa cinturita y esa melena rubia que me encantaba, cosa que había heredado su hija. Stephie había hecho que mi vida y mi carácter cambiaran completamente. Se puede decir que antes era un foken prepotente, pasando a narcisista, definido como "Vividor Follador", mote que aún se puede decir que sigue presente en mi vida, pero cuando supe que Cara estaba embarazada de tres semanas, ahí fue cuando sentí "algo" dentro de mi que me decía que esa "cosita" iba a tener que venir al mundo, porque era cosa mía, era, lo que es ahora mi muñequita Stephie rubita. Hicieron pocas palabras entre nosotros para saber que seguíamos adelante y teníamos que decirselo a la familia, cosa que fue más complicado. Al principio ambas familias lo rechazaron, pero hicimos oídos sordos, pero por otra parte teníamos a One Direction que me apoyaban, mis amigos más íntimos y los suyos, a sí que era definitivo que esa niña iba a formar parte de nuestras vidas.
Retrocedí un paso y le regalé una sonrisa antes de que ella se abalanzase sobre mi para besarme, que perfectamente me lo podía tomar como el mejor regalo que ella me podía hacer en esos momentos. Le seguí el beso, que había ya hecho nombrar nuestro beso, hasta que me quedé sin aire y tuve que separarme, donde aproveché para mirarla y darme cuenta de que sí, era real, estaba aquí, había vuelto antes para ella, y para mis maliciosos planes. Le acaricié la mejilla y le dí un beso rápido en los labios, para volver a sonreír.- Sí, he podido volver antes, te echaba de menos.-miré a mi alrededor.- Por lo que veo mi madre me ha hecho el favor.-la volví a mirar y me aparté un poquito, para cogerle de la mano y tirar de ella hasta la entrada, donde tenía la maleta, cogiéndola del asa y llevándome a ambas al salón de al lado. La senté en el sofá, sentándome yo al lado y poniendo la maleta en la mesita del café que tenía delante.- Te he comprado algo.-dije, abriendo la maleta- Bueno, en realidad, he comprado bastantes cosas, no había llevado ropa, pero esto es especial.-bromeé. Busqué en la maleta una bolsa negra de papel, con letras doradas. La saqué, desdoblando ropa que había encima y se la mostré. La abrí y saqué una caja cuadrada con esa piel peludita que tanto me gustaba y solté la bolsa encima de la maleta. Me acomodé a su lado para ponerme de cara a ella. Cogí la caja con una mano y la abrí, dejando ver un collar no muy ostentoso, sabía que no le gustaban las cosas grandes, más bien era una clase de cadena fina, con dos corazones no muy grandes, con diamantes en ambos. La miré para ver su reacción, con una sonrisa de lado en los labios.

No podía expresar lo mucho que lo había extraño. Sus besos, sus abrazos, aquella sonrisa que tanto me encantaba, su voz ronca hablándome al oído. Me había hecho demasiada falta. Sin duda una de las mejores cosas de que Harry estuviese fuera, era el reecuentro luego. Noches añorandolo, queriendo sentir sus respiración junto a la mía y sus tibias manos entrelazando las mías, y ahora podía hacerlo. Lo tenía sólo para mi. Y mucho más ahora que Teph se encontraba paseando con su abuela; por primera vez no me molestaba por completo que no estuviese con nosotros, aunque sabía que dentro de algunas horas me comenzaría hacer falta y pediría por ella. - Se la llevó hace un rato, dijo que la traería en la noche - Murmuré sobre sus labios, dibujando una pequeña sonrisa en mi rostro. Robé un corto beso de sus labios y solté una risita. Dios! Cuanto los había extrañado.

Llegamos al salón de estar y mis sentidos se agudizaron al escuchar que me había comprado algo - Amoor, sabes que no... - Pero inmediatamente colocó un dedo sobre mis labios. No podía discutirle. Me encogí de hombros y miré cautelosa cada movimientos que hacía mientras buscaba aquella cosa en especial. Cuando por fin estuvo delante de mi, mis ojos se abrieron con sorpresa. Realmente la cadena era preciosa. Si bien no era esa clase de chica materialista, cada detalle que Harry me regalaba me dejaba embelesada. Me coloqué espaldas a él y retiré mi cabello para que me la pusiera, una vez puesta llevé mi mano hacia esta la la palpé por unos segundos. Mordí mi labio inferior y me volví hacia él con una gran sonrisa - Te amo ¿sabías eso? y eres el mejor escogiendo regalos - Murmuré mientras acortaba la distancia entre ambos, para esto me había sentado en sus piernas - Está preciosa, me encanta. Gracias -Susurré sobre sus labios para luego plantarle un suave beso, mientras que mis brazos rodeaban su cuello para atraerlo a mi. Y más que cualquier relago, prefería tenerlo a él, en todo momento o al menos ese tiempo que pasábamos juntos. Era simplemente perfecto. Algo por lo que mataba cada noche, tenerlo conmigo nuevamente cuando se encontraba lejos.

Me encantaba mirarla fijamente a los ojos, había sido una manía que había cogido con los años, hacía más de dos años que estábamos juntos y no había día que no echara de menos su mirada, sus ojos azules mirando los míos, y esa pequeña sonrisa que se le forma cuando la miro fijamente. La observé en cada movimiento que hacía, podía decirse que me ponía frenético esa clase de movimientos que hacía, aunque pareciera una gilipollez, todo lo que ella hacía, el como se movía, me volvía completamente loco de amor. Le pasé el collar por el cuello y lo cerré al rededor de este, dándole un beso detrás de la oreja al acabar con el collar.- Te quiero.-le susurré, para luego apartarme y mirarla, a la vez que ella se giraba. La besé, una y otra vez, deleitándome de los labios que tanto había echado de menos toda la semana, esos besos que me hacían falta a la hora de dormir, yo solo, en la cama de un hotel, compartiendo habitación con alguno de los chicos.- Me has enseñado bien.-murmuré, para sonreirle de lado. Le rodeé la cintura con un brazo y la levanté, cogiéndola por las piernas, para sentarla en mi regazo, rodearle la cintura con ambos brazos y besarle los labios de la misma manera que ella me besaba a mi. Mordí su labio inferior y tiré de él hacia mi, soltándolo unos segundos después.- Te he comprado más cosas...-le dije, mirándola a los ojos, para bajar la mirada hacia sus labios, darle un beso rápido en estos y subir la mirada nuevamente a sus preciosos ojos azules.

Era imposible no sonreír como una tonta cuando estaba a su lado. Era mi pedazo de cielo. Cada vez que estaba con él podía ser yo misma, podía reír y tontear al mismo tiempo y sabía que él iba a seguirme el juego o simplemente no le iba a molestar. Si podía repetir las cosas de nuevo, no cambiaría nada, todo había marchado a la perfección hasta el momento. No iba a negar unos momentos de tensión entre ambos cuando Teph estaba en camino, éramos unos críos, aún no estábamos preparados, pero aquellos momentos nos hicieron unir aún más, y les agradecía. Si por mi fuera me estuviera todo el día llenándolo de besos, se había convertido en mi hobby. Él se había convertido en el centro de mi vida Y si debía reconocer algo de Harry es que era muy dado con los seres que quería, cargando siempre regalos y recuerdos de cada lugar que pisaba - ¿Por qué no me sorprende? - reí sobre sus labios, dándole pequeños besos para luego pasar a la punta de su nariz - ¿No estas cansado? o ¿hambriento? - Pregunté al recordar que acababa de regresar de viaje, y sí que conocía el cansancio que estos producían. Me separé unos centímetros de su rostro y lo miré fijamente, detallando toda su carita; aquellos ojos verdes que brillaban más que nunca, esos labios ahora hinchados por los besos que nos habíamos dado, y aquel hoyuelo que me mataba de amor cada vez que sonreía - ¿Seguro que no quieres comer algo? - Pregunté a la vez que ladeaba mi rostro hacia la cocina. Llevé una de mis manos a su rostro y acaricié con el dorso de esta su mejilla con sumo cuidado.