A mocha latte, please. # Louis W. Tomlinson

Por fin los chicos y yo habíamos tenido unos días libres, los conciertos, giras, firmas de discos y presentaciones en programas ya nos tenían agobiados, pero ahora que se acercaban las Navidades habíamos decidido cada uno volver a casa, a pasar tiempo con nuestras familias, a recuperar el tiempo perdido, aunque no pasaría ni un solo día en el que no hablara con ellos, me había acostumbrado ya tanto a estar a su lado que separarme de ellos aunque fuera solo un simple día se me hacía eterno. Pocos días después de haber estado con mis amigos de siempre y con la familia me acordé de una persona, de Demi. Hacía muchísimo tiempo que no hablaba con ella y aunque me costara reconocerlo la echaba de menos. Todo el mundo se pensaba que con el único que mantenía contacto era con Niall, pero cuando la conocí yo no pude desaprovechar esa oportunidad de hablar con ella e intentar ser amigos y por suerte, lo conseguí.

Lo único que se me ocurrió en el momento para conseguir contactar con ella directamente sin que hubiera ningún problema era un DM en el Twitter, le dije que tenía ganas de pasar tiempo con ella y que si quería quedábamos en una hora en el Starburcks, a los pocos minutos visualicé que tenía un DM de ella y en efecto, había aceptado mi petición, así que me duché, me vestí con una camiseta, vaqueros y unas zapatillas, no me arreglé mucho y me preparé bien para salir hacia donde habíamos quedado, fui andando, ya que tampoco me quedaba muy lejos de casa y con eso de llevar meses y meses de coche en coche, viajando de un lado para otro, me había cansado, prefería ir a pie.

Al llegar allí, a la entrada no había todavía nadie, supuse que todavía no había llegado así que me quedé esperando en la puerta, con una pierna apoyada en la pared, una mano en el bolsillo del pantalón y otra sujetando el móvil. Aunque al otro lado de la calle pude divisar un coche que se estaba aparcando, deduje que era ella, pero por si acaso no hice nada y seguí esperando mientras seguía mirando mensajes que me llegaban de veinte en veinte al Twitter, era algo a lo que todavía no me había llegado a acostumbrar.

Yo seguía mirando una y otra vez el Twitter, los mensajes que me llegaban eran de todas las formas, tamaños e idiomas. La mitad no los entendía, pero hacía solo un esfuerzo por leerlos. Algunos me hacían reír y otros no tanto, había de todo, por eso era algo bueno para distraerte durante unos minutos ahora que no tenía nada que hacer, aunque ya la espera se me estaba haciendo eterna. No sabía qué hacer, si quedarme fuera o entrar y pedirme algo para que se me hiciera más corto. En esos momentos me acordaba mucho más de mis amigos, con ellos nunca me aburría y las horas se pasaban como si fueran segundos, no había un solo minuto en el que no sonriera por culpa de alguno de ellos. En parte estaba deseando que se acabaran las vacaciones solo para poder volver a verlos.

Llevaba varios minutos ver aparcar el coche que estaba enfrente mío. Ya no sabía qué hacer, si echarme a reír o ponerme a llorar. Estaba por ir y aparcar yo mismo, no entendía como se le estaba haciendo tan complicado, no era nada del otro mundo, pero bueno, ya con eso no tenía ninguna duda de que era ella.

Cuando vi que salió del coche sonreí, hasta que me empezó a saludar efusivamente con la mano, yo lo único que hacía era contener la risa y negar con la cabeza, por si alguien me preguntaba, yo diría que no la conocía. -¡Demi! -La saludé con un gran abrazo cuando se acercó a mí, para qué negarlo, claro que la echaba de menos, para mí se había convertido en alguien muy importante en poco tiempo. -Pues muy bien, no me puedo quejar, ¿y tú? -pregunté curioso mientras asentía con la cabeza a su propuesta de entrar, así que me adelanté a ella y le abrí la puerta y le ofrecí entrar con una sonrisa en la cara.

No pude evitar sonreír cuando Demi me dijo que era un caballero. Era una de esas cosas a las que nunca me acostumbraría, más que nada porque yo no solía hacer este tipo de cosas con cualquier persona, simplemente en ese momento quería ser educado con ella, no quería que se llevara una mala imagen de mí. -Que va, para nada. -Contesté intentado aparentar ser modesto, aunque diciéndome esas cosas el ego me crecía demasiado, era una cosa que no podía evitar. -¿Corrompernos? ¿Tú a nosotros? ¿No será al revés? -Pregunté riendo mientras entraba y dejaba que la puerta se cerrara sola. Eso sí que me había parecido raro, en esos momentos estaba pensando que no había nadie más corrompido que nosotros cinco y claro estaba, ya no nos podían corromper más, sino que ahora los encargados de corromper a la gente de nuestro entorno o nuestro alrededor éramos nosotros, pero sin ninguna maldad, lo hacíamos sin darnos cuenta.

Me quedé un rato pensando en lo de corromper a la gente y en Simon, esperaba que lo que hubiera dicho fuese irónico, porque no me cuadraba mucho, pero vamos, conociendo a Simon como lo conocíamos nosotros ya no me sorprendía nada de lo que dijera. Es más, echaba de menos esas continuas tonterías que decía cuando aún estábamos en el Factor X. Fue la persona que más nos apoyó en esos momentos, la que sin ella nunca hubiéramos conseguido nada, él nos juntó y desde luego que le estaríamos agradecidos toda la vida. Hacía meses que no lo veía y esperaba que dentro de poco pudiera volver a reencontrarme con él, para recordar o revivir esos momentos tan buenos que pasamos cuando estábamos en el programa.

Me acerqué al mostrador y dejé que ella pidiera primero, antes prefería ver la cara de la chica que nos atendía, que era todo un poema y no pude evitar reírme cuando nos miraba de una forma en la que supuse que pensaba que no podíamos ser nosotros. -Pues yo quiero.. -me quedé pensando por un momento y me ayudé gracias a los carteles que había por allí de las cosas que tenían. -Un frappuccino. -Añadí sonriendo y mirando a la chica como tomaba nota. Al poco tiempo de pedir, unos gritos, que inconfundiblemente eran de fans me llamó la atención, y cómo no, Demi ya me había advertido de ello. -No creo que todas vengan por mí, seguro que hay más fans tuyas que mías. -Reí comentándole, ni siquiera yo a veces me creía la fama que había conseguido en tan poco tiempo, y al no estar acostumbrado ya le atribuía mis propios fans a los demás, no me gustaba parecer chulo o algo así por decir que eran todas mías, porque en realidad tampoco creía que fuera así. Al poco rato de eso la chica sacó nuestro pedido, así que me ofrecí a pagarlo todo. -¿Cuánto es? -Sonreí preguntando muy amablemente mientras ya empezaba a probar el frapuccino.

No pude evitar reírme cuando me contestó. ¿Peligro ella? ¿De que la corrompiéramos? Tampoco éramos tan malos, bueno, ellos no, yo sinceramente sí, para qué engañarnos. Aunque pensándolo bien, yo era así porque los otros cuatro me habían hecho ser así al fin y al cabo, ya hasta me gustaba ser así, era como una forma de vida, me gustaba mal influenciar a la gente, siempre de broma, pero me gustaba y no lo iba a cambiar por nada. -No creo que corras ningún peligro, aunque todo depende de a quien te juntes de nosotros, somos muy diferentes.- Contesté es un tono misterioso y asintiendo con la cabeza bromeando. Lo de Simon es que ya era un caso aparte. Desde el primer día que llegamos al programa siempre quiso hacernos sentir bien a base de bromas y eso hizo que todos al final nos uniéramos más, ya que era algo que los cinco teníamos en común. A nadie como a nosotros se le daba tan bien hacer el bobo, en eso ya éramos especialistas.

Mis pensamientos una y otra vez se interrumpían por las voces y los gritos que sonaban y retumbaban fuera. Sinceramente, había veces en las que me agradaba, los primeros días incluso me gustaba, pero al final, acababan agobiándome, no me gustaba ya tanto como los primeros meses que las fans y los paparazzis estuvieran día tras día detrás mío. Agradecía su apoyo, no había nada como sentirse querido todo el tiempo, pero a veces se pasaban y en ocasiones, llegaban a mis oídos los rumores de que si nos encontrábamos con alguna chica, cualquiera de los cinco, al final esa chica iba a acabar con amenazas y que alguna persona de nuestro entorno sufriera por nuestra culpa no me lo iba a poder perdonar nunca.

Vamos, piénsalo, ¿cómo van a venir todas a por mí? Hombre, la gran mayoría sí, pero seguro que también hay que vienen por ti.- Le contesté riendo mientras metía la mano en mi bolsillo derecho del pantalón y cogía el dinero suficiente para pagar todo lo que habíamos pedido y dárselo a la camarera, que todavía, después de todo el tiempo que llevábamos allí me sorprendía. Estaba por decirle si quería una foto o un autógrafo, al fin y al cabo, si no se hubiera puesto nerviosa hubiera pensado que no nos conocía, pero quien sabe, tampoco éramos tan famosos comparados con otras personas. -¿Pagar tú? ¿En mi presencia? Eso nunca.- Añadí negando con la cabeza. No sé, eso de que una chica pagara lo que yo quería o necesitara no se me hacía del todo agradable, no me acostumbraba y siempre que salía con alguna chica o incluso chicos, me ofrecía a pagar siempre, era demasiado generoso en ese aspecto. -Pues la verdad es que no nos va nada mal, estamos todos perfectamente y muy contentos por todo lo que está pasando últimamente, ya sabes, andamos trabajando día y noche. ¿Y tú? -Le pregunté interesado mientras caminaba dirigiéndome a la mesa del fondo y me sentaba.